A problemas comunes, soluciones colectivas
Homero
Existe una escultura de la cabeza de Homero, poeta ciego, y circulan biografías que ubican su lugar de nacimiento en alguna de las siete ciudades que se disputan el honor de haber sido su patria, pero en realidad son leyendas.
Se pensaba que Homero era ciego, porque el don de la memoria y de la «visión» interior era un contraste con el don de la vista.
Si bien la ceguera podría ser una condición propicia para ejercitar la memoria, hay un aspecto simbólico muy importante: una «compensación» de la ceguera física por el don de la capacidad visionaria.
No por casualidad, los más famosos adivinos griegos eran también ciegos, y esa afinidad entre poeta y adivino podemos advertirla en la palabra «vate», que significa tanto «poeta» como «adivino» (de ahí «vaticinio»).
Lo cierto es que se discute si Homero fue el único autor de La Ilíada y La Odisea, o si fue la intervención sucesiva de varios autores que dieron forma a un conjunto de relatos, tradiciones y mitos que venían desde mucho tiempo antes. Esta es la llamada «cuestión homérica» que se sigue debatiendo. En todo caso, estos poemas datan del siglo VIII a.C., y en esa época comienza la literatura griega, oral al principio. Homero era un aedo, término que viene del griego aoidos, que significa «cantor». Los poemas homéricos eran cantados y acompañados por un instrumento de cuerdas. Los aedos podían reproducir, a lo largo de los años, con pocas variantes, estos poemas en versos hexámetros, y aunque su memoria era extraordinaria, seguramente la adopción de la escritura alfabética que los griegos tomaron de los fenicios hacia finales del siglo IX a. C. (y cuyos caracteres básicamente se mantienen hasta hoy) fue una ayuda importante, así como varios recursos mnemotécnicos.
Recién en el siglo VI a.C., bajo el gobierno de Pisístrato, se preparó una versión oficial de los poemas, y es de destacar que estos fueron los libros donde los griegos pudientes aprendían a leer y escribir. Los griegos no tuvieron un libro sagrado, como los pueblos monoteístas, pero en todo caso su «libro sagrado» en el que se formaron fue un libro de poesía: los poemas homéricos.
No se sabe cuándo nació y murió Homero, aunque en general se considera que vivió en torno al siglo VIII a.C. Posiblemente nació en la región jónica de Asia Menor, en Esmirna, o en la isla de Quios y murió en la Isla de Ios que es una de las Cíclades.
La tradición explica que era ciego y, según algunos historiadores, este hecho se debía a que su nombre «Homeros» podría ser un juego de palabras procedente de la expresión «ho me horon», que quiere decir «el que no ve». De hecho, muchos artistas lo han representado como un invidente, acompañado de un lazarillo que lleva consigo una lira. Por otro lado, la leyenda de la ceguera de Homero podría también basarse en uno de los personajes de La Odisea: un Aede ciego llamado Demodokos que se pensó pudiera representar al propio Homero.
Otra tradición cuenta que posiblemente fuera descendiente de prisioneros de guerra. Este hecho de su vida lo extraen de otro posible origen de su nombre que sería una variante de «Homaros» que quiere decir «rehen», «prenda» o «garantía». Homero sería un «Homeridai» que significa «hijos de rehenes». Las polis griegas no solían enviar a la guerra a estos varones ya que no se fiaban de su lealtad. Como no batallaban y se quedaban en las ciudades era más difícil que murieran y se los hacía depositarios de la poesía épica local. Eran los que recordaban los sucesos del pasado antes de que llegara la literatura escrita.
La vida de Homero es un absoluto misterio. En realidad no sabemos quién fue Homero, ni siquiera si realmente existió. Quedémonos por tanto con la noción popular de que era un «Aede» invidente que recogió, compuso y cantó de manera magistral las epopeyas griegas.
Las obras de Homero también nos hablan de quién fue Homero y nos conducen a imaginarlo como un Aede, ya que es claro que sus obras principales, La Ilíada y La Odisea proceden de la tradición oral. Ambas obras, pero especialmente La Ilíada, fueron utilizadas por los estudiantes griegos como textos escolares y además fueron tan populares que los habitantes de Grecia que no sabían leer ni escribir recitaban pasajes de esos textos. De hecho, algunas de las Frases de Homero más reconocidas forman parte precisamente de estas obras.
Ilíada transcurre durante la Guerra de Troya. La ciudad de Troya fue sitiada durante diez años por una coalición de reinos de la Antigua Grecia y la obra de Homero pasa durante unas semanas del último año de esa épica contienda.
Odisea narra el viaje que durante diez años realizó Odiseo (Ulises), rey de Ítaca, para regresar a su casa tras la caída de Troya. Inteligente y astuto, el héroe consigue regresar a su tierra tras 20 años de ausencia. Allí le esperan su hijo Telémaco y su esposa Penélope.
Biografía de Homero
(s.VIII a.C.) Poeta griego. En palabras de Hegel, Homero es «el elemento en el que el mundo griego vive como el hombre vive en el aire». Admirado, imitado y citado por todos los poetas, filósofos y artistas griegos que le siguieron.
Homero es el poeta por antonomasia de la literatura clásica, a pesar de lo cual la biografía de Homero aparece rodeada del más profundo misterio.
Hasta el punto de que su propia existencia histórica ha sido puesta en tela de juicio. Las más antiguas noticias sobre Homero sitúan su nacimiento en Quíos, aunque ya desde la Antigüedad fueron siete las ciudades que se disputaron ser su patria: Colofón, Cumas, Pilos Ítaca, Argos, Atenas, Esmirna y la ya mencionada Quíos. Para Simónides de Amorgos y Píndaro, sólo las dos últimas podían reclamar el honor de ser su cuna.
Aunque son varias las vidas de Homero que han llegado hasta nosotros, su contenido, incluida la famosa ceguera del poeta, es legendario y novelesco. La más antigua, atribuida sin fundamento a Herodoto, data del siglo V a.C. En ella, Homero es presentado como el hijo de una huérfana seducida, de nombre Creteidas, que le dio a luz en Esmirna.
Conocido como Melesígenes, pronto destacó por sus cualidades artísticas, iniciando una vida bohemia. Una enfermedad lo dejó ciego, y desde entonces pasó a llamarse Homero. La muerte, siempre según el seudo Herodoto, sorprendió a Homero en Íos, en el curso de un viaje a Atenas.
Los problemas que plantea Homero cristalizaron a partir del siglo XVII en la llamada «cuestión homérica», iniciada por François Hédelin, abate de Aubignac, quien sostenía que los dos grandes poemas a él atribuidos, la Ilíada y la Odisea, eran fruto del ensamblaje de obras de distinta procedencia, lo que explicaría las numerosas incongruencias que contienen.
Sus tesis fueron seguidas por filólogos como Friedrich August Wolf. El debate entre los partidarios de la corriente analítica y los unitaristas, que defienden la paternidad homérica de los poemas, sigue en la actualidad abierto.