Programa de Vacunación
frente al Covid-19

 

 

Compartimos nuestra inquietud respecto del Programa de Vacunación

 

 

El principio que exteriorizamos es el resultado de la consulta a personas ciegas en el marco de un intercambio que involucra a la amplia comunidad de la discapacidad, en general, a los ámbitos que promueven los derechos de nuestro colectivo, entendiendo también que el debate no únicamente se da en la región de Valparaíso y en Chile sino en muchos otros países del mundo.

Sostenemos desde Fundación Homero que las personas con discapacidad visual debemos recibir la vacuna en las mismas condiciones y oportunidades que toda la población, salvo que tengamos enfermedades preexistentes que epidemiológicamente sean caracterizadas como de riesgo (comorbilidades) o que vivamos otras situaciones que se incluyan dentro de grupos prioritarios: personal de salud, población mayor, docentes o personal estratégico esencial para el Estado, considerando la inclusión de otros grupos conforme se amplíe la cantidad de personas vacunadas.

Somos conscientes de que puede haber personas con discapacidad visual que en sus desplazamientos cotidianos, en la calle o al tomar transporte sienten una enorme inseguridad, porque al no ver se vuelve más difícil saber si quienes comparten el mismo espacio guardan la sana distancia y utilizan barbijos, o porque al vivir solas podrían requerir mayor interacción con terceros para recibir apoyo (por ejemplo para efectuar sus compras); de manera que estas situaciones deben tomarse en cuenta.

Llamamos la atención sobre la necesidad de que se garantice la accesibilidad a los sistemas de turnos, ya que hay plataformas o aplicaciones que no se pueden navegar con lectores de pantalla.

También consideramos que, en la medida en que sea pertinente, es necesario acompañar el reclamo de otros sectores de la discapacidad, con quienes nos aliamos en luchas conjuntas. Estos sectores entienden que existe población en situación de discapacidad, que debe recibir prioridad, porque debido a situaciones de salud, de cuidados, o por la imposibilidad de seguir las normas sanitarias, hay personas que tienen mayor contacto con otras y por tanto riesgo de contraer Covid-19.

La vacunación haría que, en caso de que las personas contrajesen la enfermedad, fuese en un grado más leve, y en consecuencia se evitaría exponer a quienes tienen discapacidad a las barreras propias de la hospitalización o los cuidados propios del Covid-19.

En síntesis, entendemos que la discapacidad visual no es una variable que por sí misma deba exigir prioridad en la vacunación. Si debe haber prioridad para quienes tengan enfermedades prevalentes con comorbilidades, atendiendo a las matizaciones señaladas.

Es vital que la conversación sobre una política pública involucre a toda la ciudadanía, y particularmente al colectivo de personas con discapacidad estructuralmente invisibilizado en este gobierno de derechas.